Comer lo que quieras, cuando quieras y siempre sano, sin riesgo de atiborrarte de sabrosas patatas fritas, crujientes cacahuetes cubiertos de miel con sal ni exquisitas napolitanas de chocolate. Una barra libre gastronómica en la que no vas a ganar kilos. La promesa parece un sueño hecho realidad, y la teoría de la alimentación intuitiva, que asegura que es una aspiración posible, una locura. El concepto suena a charlatanería nutricional pero puede que no sea desatinado. De hecho, la idea no se refiere a una dieta que promete perder peso ni que encumbra, por sus bondades, a algunos alimentos. La alimentación intuituva es el epítome de la sana libertad a la hora de comer, y precisamente ahí reside su complejidad.

Los fundamentos de la teoría, popularizados por el libro de las dietistas Evelyn Tribole y Elyse Reschson La dieta intuitiva, publicado por primera vez en 1995, son fáciles de entender: en vez de restringir alimentos y comer en horario militar hay que alimentarse de manera intuitiva, escuchar el cuerpo, dejar que nos guíe sobre cuándo comer, qué comer, cuándo estamos saciados… Claro que también es importante saber tomar las decisiones más saludables. Se supone que, si conseguimos dominar el cuerpo y la mente, no comeremos de más y haremos elecciones más saludables. Pero llevar estas ideas a la práctica no es sencillo, y es natural dudar de la efectividad de una aproximación nutricional como esta. ¿Cómo separase del entorno, de las emociones y las convenciones sociales que tanto influyen en la comida? ¿De verdad puede las elecciones conscientes ayudarnos a controlar los antojos, como un suplemento maravilloso contra la comida basura? ¿Y qué apoyos proporciona la ciencia a la alimentación intuitiva?

El menú lo dicta el cuerpo, cuando sabes escucharlo

Según la teoría de la autodeterminación, de los profesores en psicología Richard Ryan and Edward Deci, tendemos a consumir alimentos saludables de manera natural. Puede resultar una afirmación sorprendente, pero se entiende mejor cuando los expertos sugieren que seguir dietas para bajar de peso suele acabar en fracaso porque las percibimos como experiencias controladoras.

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