El pasado 8 de mayo, un niño de 10 años estuvo a punto de perder la vida por el atragantamiento con una palomita. Ocurrió en una sala de cine de Gijón: al poco de comenzar la película, el pequeño empezó a toser de forma insistente, su madre lo sacó fuera y observó que tenía dificultades para respirar. Inmediatamente le practicó la Maniobra de Heimlich que había visto por Internet y gracias a eso el pequeño empezó a respirar con cierta normalidad. Afortunadamente todo quedó en un susto. Este chico corrió mejor suerte que otro de tres años que falleció en la pasada Nochevieja por el atragantamiento con una uva, sus padres no supieron realizar esta maniobra y cuando llegaron al hospital ya era demasiado tarde. Durante mis 14 años de trabajo como profesor en un colegio de Toledo, nadie fue al centro para informarnos sobre qué hacer ante una posible asfixia por atragantamiento. Creo que se debería informar más sobre esta técnica que todos los años salva alguna vida.

José Luis Carbonell Martí. Toledo

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