Con el proceso natural de envejecimiento llegan cambios en nuestro organismo que son normales, y que como es lógico afectan también a nuestro cerebro y en consecuencia a nuestras funciones cognitivas. No obstante, es importante entender el alcance de estos cambios, ya que cuando son mayores o diferentes podrían ser indicativos de una patología.

El deterioro cognitivo hace referencia al conjunto de estos cambios, que muchas personas experimentan. Así, incluye una pérdida de habilidades en áreas como el aprendizaje, la memoria, la atención o el razonamiento.

Un daño acumulado a lo largo de los años

Como apunta el portal de noticias sobre salud Healthline, el declive cognitivo puede manifestarse de maneras diferentes en cada persona. Aún así, un patrón general consistiría en problemas para encontrar las palabras adecuadas, una tendencia a perder objetos, una tendencia a olvidar eventos agendados o citas o sentirse sobrepasado al realizar tareas o proyectos complejos.

Estos cambios tienen una serie de causas variadas, que a menudo se relacionan con otras patologías previas como hipertensión, enfermedades vasculares, la depresión, la privación de sueño o la diabetes. Con el tiempo, todas estas condiciones van dañando el tejido cerebral, provocando esta pérdida de función. De la misma manera, se sabe que el deterioro cognitivo está fundamentalmente mediado por los genes,

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