Muchas personas ignoran que uno de los órganos que responde antes al estrés y de forma más intensa es la piel. En nuestra epidermis hay una serie de terminaciones nerviosas, llamadas Corpúsculos, que se ocupan de escanear y comprobar todo lo que nos rodea. Unos, los de Meissner detectan el tacto suave y el dolor. Los de Krause se ocupan del frío, los de Ruffini del estiramiento y el calor, los de Pacini de la presión y las vibraciones, y finalmente los de Merkel de la presión y el tacto sostenido.

Como podemos ver, estamos impresionantemente dotados para registrar y valorar lo que nos rodea y lo que está en contacto con nosotros. Toda esta información que detectan los corpúsculos es enviada al cerebro, que se ocupa de procesarla y tomar las medidas adecuadas. Si hace demasiado frío, el cerebro ordena que nos abriguemos o pone en marcha mecanismos para mantenernos calientes. Si algo afilado nos esta presionando, nos retiramos para que no nos hiera.

Además, que cualquier actividad física y manual como escribir en un teclado, depende de que todos estos corpúsculos funcionen correctamente. Desde acariciar a un bebé a empuñar un arma con firmeza, todo depende de la precisión y de la interconexión entre las órdenes cerebrales y la acción de las terminaciones nerviosas en los músculos.

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