Durante los primeros meses de vida, las personas somos especialmente susceptibles de sufrir algunas alteraciones respiratorias. Una de ellas es la apnea, interrupciones transitorias de más de 20 segundos de duración en el ritmo respiratorio común.

¿Por qué se produce la apnea y cómo identificarla?

La apnea en los recién nacidos puede ser de dos tipos: idiopática o primaria (que es el nombre que recibe cuando no existe una causa claramente identificable; se da con mayor frecuencia en bebés prematuros) o secundaria, cuando hay un motivo detrás.

Así, en el caso de la secundaria puede deberse a fenómenos como hemorragias cerebrales, inmadurez del sistema nervioso y respiratorio, enfermedad respiratoria, enfermedad del corazón, reflujo gastroesofágico, infecciones o bajadas de ciertos nutrientes.

Por tanto, si observamos que el bebé experimenta estos episodios, deberemos consultar con el pediatra para que indague posibles causas subyacentes. Con tal fin, se realiza un estudio del sueño durante el que también se controla el ritmo cardíaco y la saturación de oxígeno en la sangre.

Además de las señales auditivas o visuales de que el niño ha dejado de respirar, un signo que puede indicarnos la apnea es la cianosis: una cloración azulada en la piel como signo de que los tejidos no están recibiendo suficiente oxígeno.

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