Cuando bajó al garaje para coger su coche e ir a trabajar a su clínica de Barcelona, la ginecóloga Silvana Bonino se encontró lo que nunca hubiera esperado: las ruedas de su todoterreno pinchadas y una pintada que la llamaba ‘Rata contagiosa’. Alterada, regresó a casa, le contó a su marido lo que había ocurrido y puso una denuncia ante los Mossos d’Escuadra. «No me lo podía creer, no entendía nada. Sentí sorpresa y tristeza por recibir este ataque», contó ayer Bonino.

Los médicos, las enfermeras, los empleados de supermercados y todos los trabajadores que se dejan la vida, a veces literalmente (más de 20 sanitarios han muerto desde que comenzó la crisis sanitaria), para salvar la de los demás reciben a las ocho de la tarde desde los balcones el aplauso solidario de los que están en casa. Pero cada vez más, decenas de profesionales se están encontrando con la incomprensión de una parte de sus vecinos, que creen que pueden ser un foco de contagio y se lo hacen saber con carteles, casi siempre anónimos, colocados en los portales o con notas dejadas en los buzones.

«Hola vecino. Sabemos de tu buena labor en el hospital y se agradece, pero debes pensar también en los vecinos. Aquí hay niños y ancianos. Hay lugares como el Barataria donde están alojando a profesionales. Mientras esto dure, te pido que te lo pienses». Con este recado en la puerta de su domicilio se topó Jesús Monllor, un médico residente de Tenerife que trabaja en el hospital de Alcázar de San Juan, en Ciudad Real. «Es evidente que no esperaba este mensaje hacia ningún profesional sanitario. No creo que ninguno lo merezca. Nos partimos la espalda, con pocos medios, jugándonos la salud, para que todo el que entra por la puerta salga bien», respondió Monllor en las redes sociales. «Una vez aclarado esto, quiero decir que verdaderamente creo que esto es un punto negro dentro de una sociedad española que de largo ha demostrado saber estar y cuyos aplausos a las 20:00 llenan.

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