Pellizcar las mejillas de un bebé. Acariciar con mucha fuerza a un cachorrito. Apretar los puños al ver un gatito pequeño. Achuchar (o morder) a nuestra pareja como muestra de amor. Todos estos actos tienen algo en común: son expresiones de la ‘agresión adorable’, un curioso fenómeno psicológico que tiene una sorprendente explicación científica.
La adorabilidad, algo más que visual
El término ‘agresión adorable’ o ‘agresión tierna’ (en inglés, cute aggression) también llamado ‘agresión juguetona’ se lo debemos a la psicóloga social Oriana Aragón y a su equipo, que lo definieron en un artículo científico publicado en 2015 en la revista académica Psychological Science.
Concretamente, estos autores buscaban explorar por qué algunas personas responden a estímulos eminentemente positivos con expresiones ambivalentes (por ejemplo, sonrisas y lágrimas, que normalmente asociamos con emociones negativas). En el curso de su investigación documentaron que muchas personas, al ser expuestas a estímulos monos o adorables, expresaban deseos de querer responder con agresiones ‘superficiales’, sin deseo verdadero de dañar al objeto de sus emociones.
Al respecto, el profesor de la Universidad de Oxford Morten L. Kringelbach argumenta en una pieza publicada en el portal web de la institución que la «adorabilidad» es mucho más que algo puramente visual. Por el contrario,