Consumir en exceso alimentos como pan blanco, refrescos azucarados, bollería industrial o arroz refinado durante el primer trimestre del embarazo podría tener consecuencias a largo plazo para el bebé. Un estudio del Grupo de Investigación en Nutrición y Salud Mental (Nutrisam) de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona advierte que una dieta con alta carga glucémica en esta etapa crucial del desarrollo fetal se asocia con un mayor riesgo de alteraciones en el desarrollo neurológico infantil, lo que puede traducirse en un aumento de los problemas de conducta a los 4 años.
En el estudio se ha detectado que «los hijos de las madres con dietas de mayor carga glucémica durante el embarazo resultaron ser 2,4 veces más propensos a sufrir problemas de ansiedad, depresión y retraimiento». «En cuanto a los comportamientos agresivos o problemas de atención, fueron 3,5 veces más frecuentes en los hijos de las madres con más carga glucémica».
Una posible explicación de esta relación se basa en cómo afecta al metabolismo materno una dieta con alta carga glucémica. Este tipo de alimentación eleva los niveles de glucosa de la madre, y esa glucosa, al atravesar la placenta, también incrementa los niveles en el feto. Como consecuencia, se generan alteraciones metabólicas que incluyen un aumento del estrés oxidativo y la inflamación.