El ritmo de vida actual hace que con frecuencia robemos tiempo a cuestiones tan fundamentales como la alimentación. A menudo desayunamos algo rápido de camino al trabajo o comemos a toda velocidad para ganar un rato que nos permita ser más productivos o sentir que mejoramos la conciliación de nuestra vida laboral y personal.
Más allá de otras reflexiones en torno a esta cultura de la prisa, es interesante poner en una balanza el tiempo y la salud y detenerse unos minutos a valorar las posibles consecuencias de comer demasiado rápido. ¿Ha experimentado alguna vez un exceso de gases? ¿Suele tener digestiones pesadas? ¿Cuánto tiempo hace que no presta atención a sus sensaciones de hambre y saciedad?
Excedente de gases
En lo que se refiere al primer problema, la deglución excesiva de aire durante y entre las comidas se denomina aerofagia. Puede provocar desde una leve incomodidad y sensación de pesadez e hinchazón hasta dolor y distensión abdominal (un aumento objetivo y visible del diámetro abdominal tras la ingesta de alimentos).
El contenido normal de gas en el tubo digestivo cuando estamos en ayunas es de aproximadamente 200 mililitros. Si esta cantidad aumenta de forma importante, los mecanismos fisiológicos para su expulsión pueden volverse muy molestos. Ese volumen depende del equilibrio entre la ingesta y la producción de gas y su eliminación,