Es muy habitual encontrar en el supermercado productos “sin aceite de palma” o “con aceite de girasol alto oleico”. Y es lógico pensar que estos son mejores que los que no llevan estos reclamos. Pero ¿estamos en los cierto? ¿Realmente son alimentos saludables?
El aceite de palma
Hace unos años se montó un gran revuelo con el aceite de palma como consecuencia de un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). En él advertía del riesgo para la salud que suponen varios compuestos químicos muy presentes en este aceite: MCPD y GE. Estos también están en el aceite o grasa de palmiste.
La cantidad de estos compuestos que tomamos es, en general, excesiva, por lo que suponen un riesgo real para nuestra salud. De hecho, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) determinó que algunos de ellos pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer.
Esta no es la única razón para reducir el consumo de aceite de palma. Tanto este como el aceite/grasa de palmiste contienen una gran cantidad de grasas saturadas. Tomar mucho de estas grasas hace que aumente el riesgo de mortalidad, así como el de sufrir enfermedad coronaria y diabetes tipo 2.
Los medios de comunicación y las redes sociales se hicieron eco de estos riesgos en su momento,