Confirmar las sospechas de un embarazo es una preocupación tan antigua como la misma humanidad, y a lo largo de la historia las personas han encontrado toda clase de soluciones para ello. Muchos de ellos, como el método griego de la cebolla, hoy nos parecen completamente absurdos; sin embargo, los antiguos egipcios conocían una técnica sorprendentemente ingeniosa… y efectiva.

De hecho, no es de extrañar que este peculiar test de embarazo se siguiese empleando al menos hasta la década de 1970, teniendo siempre presente que ya aparece documentado en un tratado de nefrología de 3.500 años de antigüedad encontrado en Egipto.

El funcionamiento de la prueba es sencillo. Lo único necesario era un puñado de semillas de trigo y otro de semillas de cebada. La mujer, entonces, debía orinar sobre ellos durante varios días.

Una de las cosas más sorprendentes es que este método no sólo permitía saber si la mujer estaba embarazada, sino que también informaba del sexo del futuro bebé: si germinaba el trigo, significaba que se trataba de un niño y si lo hacía la cebada, de una niña. Por eliminación, cuando no germinaba ninguna semilla se podía descartar el embarazo.

Hay un par de elementos que, intuitivamente, indican que este test podría ser algo más que una vieja superstición.

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