Cada año se producen en España 120.000 nuevos casos de ictus y fallecen 27.000 personas. Dos de cada tres personas que han padecido esta enfermedad tienen más de 65 años, pero en las últimas dos décadas han aumentado un 25% el número de casos entre personas en edades comprendidas entre los 20 y 64 años, según datos aportados por la Sociedad Española de Neurología (SEN), de cara a la celebración del Día Mundial del Ictus, que se conmemora este martes.El ictus es, además, la primera causa de mortalidad en la mujer y la tercera en el hombre en España. Dos de cada tres personas que sobreviven a un ictus presentan algún tipo de secuela, en muchos casos discapacitante y sólo el 10% de los pacientes con discapacidad por ictus reciben alguna prestación económica. Según datos del Atlas de Ictus en España 2019, elaborado por el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN junto con Bristol Myers Squibb y Pfizer, el 59% de los pacientes que han tenido un ictus tienen problemas para realizar sus actividades cotidianas, más de un 62% tienen problemas de movilidad, un 64% sufren dolor y malestar y un 36% percibe su estado de salud como malo o muy malo. “Actualmente más de 650.000 españoles se han visto afectados por un ictus y de ellos unos 350.000 presentan alguna limitación en su capacidad funcional como consecuencia de éste. Y si comparamos las secuelas de esta enfermedad con las de otras enfermedades crónicas, las personas que han padecido un ictus tienen una peor percepción de su estado de salud, presentan un mayor riesgo de problemas mentales y se ven más afectados en las distintas dimensiones de la calidad de vida, especialmente en aquellas referentes a la movilidad, la realización de actividades cotidianas y en la sensación de dolor o malestar”, explicó la doctora María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN.Dos de cada tres personas que han padecido un ictus en España tienen más de 65 años. Y son precisamente este grupo de pacientes los que presentan con mayor frecuencia dificultades para realizar actividades básicas de la vida diaria después del ictus. El 44% de las personas mayores de 65 años que han sufrido un ictus tiene dificultades para ducharse o bañarse sin ayuda y el 56% para realizar tareas domésticas ligeras.

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