Un estudio mundial en el que participa Darío Acuña, profesor emérito del Departamento de Fisiología de la UGR, avisa del impacto biológico negativo que tiene el cambio horario en las personas y apuesta por mantener el horario de invierno, al ser más equilibrado.

El trabajo argumenta que las variaciones de luz a lo largo de las estaciones son suaves y ello permite la adaptación humana, pero el cambio al horario de verano rompe esa suavidad. Además, el horario de invierno evita el exceso de luz por la tarde/noche, considerado perjudicial para la salud al alterar el sistema cronobiótico de las personas.

El investigador de la UGR Darío Acuña también ha participado, junto a científicos de diferentes especialidades, en el Committee on Transport and Tourism dependiente del Parlamento Europeo, una reunión que analiza la utilidad de discontinuar el cambio estacional de hora en la Unión Europea.

«Los seres vivos, y me voy a referir ahora al ser humano, llevamos unos cuantos años en este planeta, y nos hemos adaptado perfectamente a esos ciclos a través de un exquisito mecanismo de relojería que está constituido por unas 20.000 neuronas localizadas en los núcleos supraquiasmáticos (NSQ) del hipotálamo, una zona del cerebro muy antigua filogenéticamente, y que por eso refleja un mecanismo puesto en marcha con la evolución para adaptarnos al ciclo anual de estaciones»,

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