Los injertos de piel modificados genéticamente a partir de las propias células del paciente pueden reparar heridas persistentes en personas con una enfermedad dermatológica extremadamente dolorosa, la epidermólisis bullosa distrófica grave, también conocida como ‘piel de mariposa’.
Se trata de la principal conclusión de un ensayo clínico en fase III realizado con 11 voluntarios y dirigido por Stanford Medicine. En él, los investigadores demostraron que los pacientes con esta enfermedad rara experimentaron una curación significativamente mejor, menos dolor y menos picazón en las heridas tratadas con estos injertos modificados, en comparación con las prácticas de cuidado habituales.
«Con nuestra novedosa técnica de terapia génica -descrita en la revista The Lancet-, hemos tratado con éxito las heridas más difíciles de curar, que solían ser también las más dolorosas para estos pacientes«, resume en un comunicado Jean Tang, autora principal del estudio y científica del hospital infantil Lucile Packard de Stanford.
Cuando incluso bañarse es doloroso
La epidermólisis bullosa distrófica, un tipo de epidermólisis bullosa, es muy poco frecuente. Los que la padecen tienen un defecto en el gen del colágeno VII, una proteína que normalmente mantiene unida la piel (sin esta «grapa» molecular, las capas de la piel se separan ante la más mínima fricción, incluso con un ligero roce).
Las heridas son propensas a infectarse e incluso bañarse es doloroso.