Antoni Monguilod, junto a un andador. / Vídeo: Declaraciones de Monguilod y de su mujer Magdalena. MARTA PÉREZ (EFE)

Antoni Monguilod, un vecino de Malgrat de Mar (Barcelona) al que diagnosticaron párkinson hace 12 años y que ya no puede valerse por sí mismo, suplica a los políticos que legalicen la eutanasia para dejar de «sufrir» y poder morir «dignamente» y que reconozcan que decidir sobre la muerte «es un derecho fundamental».

Acompañado por su esposa, que le atiende las 24 horas y le ayuda a comunicarse, Monguilod, de 74 años, ha explicado que los médicos le han dicho que comprenden su petición, pero que no pueden hacer nada para ayudarle porque la muerte asistida no está permitida en España. Su esposa y sus cuatro hijos comprenden y asumen la demanda, pero Monguilod no les quiere «comprometer ni que tengan problemas» cuando se muera, como ha pasado en el caso de María José Carrasco. Su marido, Ángel Hernández, fue investigado por cooperación al suicidio y más tarde la Audiencia de Madrid ordenó que el caso se instruyera como violencia machista.

Magdalena, la esposa de Monguilod, considera que Carrasco «fue muy valiente». «Él dice que no puede más y que se quiere ir, y yo le entiendo porque ha sido siempre una persona muy independiente y muy libre, que se movía mucho, y ahora ves que depende totalmente de otras personas», ha lamentado la mujer. Monguilod, que no quiere en absoluto que esta situación «se alargue en el tiempo», trabajó toda su vida como electricista, editó la revista Som-hi, publicación local de Malgrat de Mar, y también estuvo implicado en labores en el Ayuntamiento y en las juntas de los colegios de sus hijos.

Su esposa explica que no se han planteado viajar a otro país, como Suiza, donde está regulado el suicidio asistido, porque no pueden costear el traslado. Monguilod ha redactado un testamento vital para dejar su cuerpo a la ciencia, aunque lamenta que no le hayan permitido dejar escrito su deseo de morir cuando él lo decida.

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