Con la llegada de las navidades tenemos multitud de comidas y cenas (familiares, de trabajo, con amigos…) en las que es fácil cometer excesos con la bebida y el alcohol que terminan pasando factura a nuestra salud.

De hecho, hay hasta estudios científicos, como los recogidos por la Escuela de Salud Pública Harvard T.H. Chan, que han documentado que en las semanas inmediatamente posteriores a las fiestas navideñas los niveles de colesterol ‘malo’ (colesterol LDL) se elevan hasta un 20%. Si a ello sumamos un aumento del estrés en la famosa ‘cuesta de enero’, un posible aumento de peso y disponer de menos tiempo para hacer ejercicio, reunimos un buen número de factores de riesgo de sufrir problemas cardiovasculares más graves.

Los tipos de grasas en la sangre que hay que vigilar

Respecto a estos aumentos, lo primero que hay que tener en cuenta es que existen dos clases de colesterol presentes en nuestro torrente sanguíneo: el que llamamos ‘bueno’ (HDL) y el ‘malo’ (LDL). El segundo viaja por las venas y arterias, y puede introducirse en sus paredes internas ocasionando la acumulación de placa. Este fenómeno puede llegar a dificultar u obstruir el flujo, aumentando el riesgo de que se produzca una isquemia (una interrupción del riego a cierto tejido), como un infarto de miocardio o un ictus.

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