El estrés, el sedentarismo, la obesidad o el tabaquismo son algunos de los peores enemigos del ictus, una enfermedad que afecta cada año a unas 110.000-120.000 personas en España. El ictus es la interrupción súbita del flujo sanguíneo a una parte del cerebro (isquemia cerebral, el 85% de los casos) o de la rotura de una arteria o vena cerebral (hemorragia cerebral, el 15% de los casos), una lesión que supone la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres.

Alba Dionisio, enfermera de emergencias de Sanitas, en el Día Mundial del Ictus que se celebra este lunes 29 de octubre, explica que es aquella lesión que ocurre cuando «un trombo o gota de sangre más grande de lo normal pasa por una arteria cerebral muy estrecha y provoca un atasco que impide que llegue oxígeno al cerebro o incluso su rotura».

El ictus puede materializarse a través de síntomas de lo más variados. La dificultad para hablar y ser entendido por los demás, el dolor de cabeza repentino y muy intenso sin causa aparente, el mareo o sensación de vértigo y desequilibrio son los más frecuentes. Alba Dionisio da una pista para acordarse de ellos. «Evocar la imagen de los tres monos sabios tapándose los ojos, las orejas y la boca, puede ayudarnos a recordar los síntomas más frecuentes del ictus que, en este caso, corresponderían al dolor de cabeza (ojos), el mareo (orejas-sien) y la alteración repentina del habla (boca)».

Otros síntomas habituales son la pérdida de fuerza repentina de la cara, el brazo y/o pierna de un lado del cuerpo; la sensación de hormigueo de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo; o la pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos.

Lo más común es que la gran mayoría de los pacientes que sufren un ictus presenten más de un síntoma a la vez,

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