Por fortuna para la inmensa mayoría de las personas que trabajan en una oficina y pasan muchas horas de su jornada laboral delante del ordenador o sentados frente a una mesa, los tiempos han cambiado una barbaridad. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, aquellas míticas escenas de El apartamento de Billy Wilder en las que Jack Lemmon interpretaba a un gris oficinista perdido cual hormiguita entre una multitud de centenares de puesto de trabajo?
A día de hoy, las empresas buscan, en general, decorar y crear ambientes de trabajo más humanos y agradables con los que conseguir, de paso, disminuir los niveles de estrés de sus empleados. Pero tampoco hay que engañarse. Dar forma a espacios altamente atractivos como los de Google, por ejemplo, con sus salas de descanso, puffs y sillones, colores llamativos e incluso extras como minigolf, billares, cintas de correr o toboganes es algo que está al alcance de muy pocas compañías.
Es fácil que la seriedad y rigidez de estos espacios colectivos puedan generar tensión o, incluso, estrés entre los trabajadores. De lunes a viernes, es casi seguro que la mayoría de los mortales pasarán más tiempo en sus oficinas del que estarán en sus hogares. Por eso puede resultar útil el empleo de varias herramientas eficaces a la hora de minimizar la sensación de rutina y convertir nuestros espacios de trabajo en lugares mucho más agradables y relajados.
Incluso, aunque se tenga la posibilidad de trabajar de forma remota desde casa o bien se tenga alquilado un puesto en algunos de los numerosos espacios de coworking que tanto se han popularizado en los últimos años, los expertos recomiendan seguir estas pautas para conseguir un espacio libre de ‘malos humos’ y ansiedades.
Papeles, revistas, documentos, tacos de post-it, tarjetas de visita, aparatos electrónicos, tazas de café, varios lapiceros… Tener el escritorio repleto de objetos amontonados puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza. Es importante despejar la mesa, dejar en ella solo lo imprescindible (lo que se vaya a utilizar durante esa jornada) y colocarlo de forma ordenada. El resto, a la cajonera o en archivadores y carpetas. Lo que no sirva, a la papelera. Limpieza y estética van de la mano.
Lo obvio se impone aunque a veces no se recuerde. Si es posible, trabajar en una zona en la que predomine la luz natural el mayor número de horas.