Hace no tantos años era impensable, incluso puede ser que estuviera considerado fuera de lugar, hablar de masturbación en un lugar que no fuera privado. Cuando además se hacía de masturbación femenina ya ni hablamos. Los tiempos cambian, las sociedades, por suerte, avanzan y la educación sexual poco a poco se hace eco entre los grupos sociales más jóvenes, escalando a otras generaciones. Y es que está en realidad debería comenzar a tratarse en el hogar y continuar en las aulas, pero no siempre es así.
La ausencia de contenidos educativos de esta índole, el evitar ciertas preguntas desde que somos niños por parte de los padres y la gran oleada de estímulos externos como las redes sociales o el abuso sin medida de las tecnologías de la información, ha provocado un vacío sustancial en la que es una necesidad social, sumado a contenidos que distorsionan la sexualidad humana e influencian profundamente a aquellos que los consumen.
El conocimiento de la propia sexualidad es algo sumamente positivo y para ello, normalizar la masturbación es un punto fundamental. Durante siglos, esta práctica ha estado en el ojo del huracán, siendo un tema tabú en cualquier conversación y haciendo que, aquellos que la practicaban, se sintieran culpables y juzgados, sobre todo las mujeres.
Pero al final,