Con el paso del tiempo y los consejos nutricionales de los expertos, le hemos perdido ‘el miedo’ a congelar los alimentos que vamos a tardar en consumir, y sabemos que podemos hacerlo tanto en crudo como cocinados, atendiendo a una serie de precauciones básicas para mantener nuestra salud a salvo. Las temperaturas bajo cero preservan los alimentos del deterioro natural, al tiempo que bloquean la aparición potencial de microorganismos nocivos.
Ser previsores y comprar alimentos con tiempo es buena idea para practicar la cocina de aprovechamiento, aunque debemos establecer un orden de prioridades y cocinar y/o congelar lo que no nos vaya a dar tiempo a consumir. A veces, apuramos tanto, que cuando vamos a congelar la carne, ésta empieza a mostrar signos de deterioro evidentes. ¿Debemos congelarla a pesar de ello?
Cuando congelar la carne ya no es una opción
Si se ha quedado olvidada en la nevera una pieza de carne, por falta de posibilidades de cocinarla o por la circunstancia que sea, deberíamos ser cuidadosos con su conservación. Es cierto que evitar el desperdicio merece la pena, pero no a costa de nuestra salud.
En este sentido, los expertos nos invitan a no apurar demasiado, especialmente cuando se trata de un producto perecedero como es la carne.