Más de 21 millones de personas en todo el mundo padecen esquizofrenia, un trastorno mental crónico grave que se asocia a una «discapacidad considerable», según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta enfermedad se caracteriza por «una distorsión del pensamiento, las percepciones, las emociones, el lenguaje, la conciencia de sí mismo y la conducta».

Así, las personas que padecen esquizofrenia suelen experimentar «alucinaciones y delirios», así como una conducta «desorganizada», un discurso al hablar incoherente o una profunda alteración de las emociones. No obstante, se trata de una enfermedad que se puede tratar y para la que la farmacoterapia y el apoyo psicosocial son eficaces y fundamentales.

Existen diferentes tipos de esquizofrenia y la paranoide se caracteriza por ser una psicosis por la que se percibe la realidad de forma completamente diferente y aparecen los síntomas paranoicos. Es el tipo de esquizofrenia más conocido y el paciente suele experimentar alucinaciones de «carácter persecutorio», por las que siente que «algo o alguien pretende hacerle daño», explican los expertos en psicología de Psicología y Mente.

Estas sensaciones generan reacciones como «miedo, angustia o agresividad», aunque «la posibilidad de agresión es relativamente baja y suele darse en pacientes que no siguen tratamiento«, añaden. De esta manera,

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