La mayoría de nosotros no somos conscientes de que nos paseamos con millones de microorganismos: hongos, virus y bacterias de todo tipo que conviven con nosotros más o menos apaciblemente. La piel, la boca, el cuero cabelludo, el intestino y a veces la vejiga de la orina están llenos de estos huéspedes que unas veces son beneficiosos, la mayoría de las veces neutrales y algunas patógenos, produciendo enfermedades.
El microbioma o la ecología de nuestro cuerpo
Todos en su conjunto constituyen lo que se conoce como el microbioma, o dicho de otra forma, la ecología de nuestro cuerpo. La piel y el intestino son particularmente sensibles y susceptibles a la aparición de microorganismos invasivos. En la piel patologías como el acné, los herpes o la caspa/dermatitis, por citar solo alguno de los más comunes, son causados por este sobre crecimiento. Microorganismos que en condiciones normales están controlados por las defensas se vuelven agresivos y se multiplican alterando la piel y sus funciones.
En el intestino pasa algo muy parecido de ahí la importancia de tomar una dieta rica en postbióticos y probióticos. Que mantenga una población sana de bacterias.
Desde hace unos años está cada vez más diagnosticada una disfunción que afecta más a las mujeres que a los hombres y que se conoce como SIBO (Síndrome de Sobrecrecimiento Bacteriano).