Todos sabemos que el área genital es delicada, y uno de los accidentes más aparatosos que puede sufrir un hombre en ella es el desgarro de frenillo. Se trata de algo que no es muy común, pero tampoco excesivamente raro, y no necesariamente se asocia con prácticas demasiado aventureras o extravagantes.
El desgarro de frenillo puede suceder durante las relaciones sexuales o durante la masturbación y el riesgo es notablemente mayor en los hombres que tienen el frenillo corto o perforado con piercing. Cuando sucede, sangra profusamente y es doloroso. En esta situación, lo más indicado es presionar la herida con los dedos para tratar de detener la hemorragia y acudir a urgencias.
Una vez bajo el ojo de los sanitarios, lo primero que harán probablemente será lavar y desinfectar la herida para evaluar el procedimiento más adecuado. Si el desgarro no es completo, es frecuente practicar una frenuloplastia: terminar lo que la naturaleza ha empezado. No siempre es así, sin embargo: a veces, el urólogo puede decidir dejar que cicatrice, si el sangrado ha cesado.
Hay que señalar que la frenuloplastia es diferente a la circuncisión (la sección del prepucio) ya que en este caso el prepucio se deja intacto, y la cirugía afecta únicamente al frenillo.
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