Lo más habitual es que cuando un niño pequeño acuda a la consulta del pediatra, los padres digan al médico que su hijo tiene mocos. Y al preguntarles que desde cuándo, estos respondan que, más o menos, desde siempre.

Para muchos, sobre todo aquellos que ya tienen hijos, esta es la tónica habitual desde que empiezan las clases de la escuela hasta que llegan las vacaciones de verano. La mayoría han aprendido que, más allá de lo molestos que son, que un niño tenga mocos es lo normal y que tampoco hay que darle mucha importancia.

Sin embargo, otros tantos se preocupan por dicha situación y no ven normal que día tras día, semana tras semanas, sus hijos se hayan convertido en una fábrica de mocos funcionando a pleno rendimiento las 24 horas del día.

Llegados a este punto, lo lógico sería preguntarse dos cosas: 1) ¿Para que producimos mocos los seres humanos) y 2) ¿cuánto tiempo es lo habitual que duren esos mocos?.

La primera de estas preguntas tiene fácil respuesta. Las mucosas, es decir, las superficies de nuestro cuerpo que están expuestas al exterior, pero que no son piel, como las fosas nasales, producen moco para no deshidratarse y mantenerse sanas. Esta producción de mocos es constante a lo largo de toda la vida y fuera de un catarro o de un ambiente poco cargado de polución es imperceptible.

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