Los derroteros de la mentira son insondables, y hay múltiples razones por las que las personas podemos mentir. En la mayoría de los casos, según los psicólogos, mentimos para evitar hacer daño al otro, y es lo que se denomina ‘mentira piadosa’. Más allá, la mentira puede ocultar una infidelidad, luego hay una razón, es instrumental… Pero existe la mentira compulsiva sin un objetivo claro, que en realidad oculta problemas de personalidad importantes, y necesita tratamiento.
Cuando la mentira se convierte en una necesidad que surge porque sí, un impulso irrefrenable para crear en torno nuestro una imagen distorsionada e idílica, cuando mentimos sin una razón que ‘lo justifique’, este impulso se convierte en adicción. Es entonces cuando podemos hablar de un trastorno psicológico denominado ‘mitomanía’, que puede tener consecuencias importantes en la vida de quien la padece.
¿Qué es exactamente la mitomanía y por qué aparece?
Según los expertos en psicología, esta variante de la mentira, que surge de manera recurrente y crea una realidad paralela ficticia, que la distorsiona sin una premeditación, puede ocultar problemas serios de baja autoestima.
En ocasiones, la persona que miente por norma necesita, sin saberlo, la aprobación social, busca encajar en el grupo, y al creerse insuficiente inventa un personaje, narra historias ficticias y distorsiona la realidad,