No es ningún secreto que el consumo de tabaco empeora nuestra salud, favorece la aparición de cáncer, sobre todo de pulmón, y aumenta el riesgo cardiovascular. Pero estos no son los únicos problemas que puede ocasionar fumar, pues sus nocivos efectos también se notan en el órgano más grande de nuestro cuerpo: la piel, donde no sólo tiene repercusiones estéticas, sino que la vuelve más vulnerable a infecciones y a otras agresiones externas. Y es que, cada calada contiene alrededor de dos billones de radicales libres, responsables del proceso continuo de oxidación.Todos envejecemos, es un proceso inevitable. Lo que no es tan inevitable es cómo envejecemos y a la velocidad que lo hacemos, pues la genética representa sólo el 25% del envejecimiento, mientras que el otros 75% se lo debemos a factores externos relacionados con el estilo de vida, como la alimentación, la exposición solar, la contaminación y la exposición a tóxicos, como el alcohol, las drogas y el tabaco. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, este último es, después del sol, un gran acelerador del envejecimiento potenciando los siguientes signos:•Más arrugas y más profundas. El tabaco provoca vasoconstricción, es decir, que la circulación empeora y esto hace que llegue menos sangre, nutrientes y oxígeno a los tejidos. La piel estará, por tanto, menos nutrida y más seca, lo que favorece la aparición de las arrugas, sobre todo alrededor de la boca, y que las que haya sean más marcadas y profundas. Según estudios epidemiológicos realizados, el riesgo de arrugas de las mujeres fumadoras es casi el triple que entre las no fumadoras, y el doble en el caso de los hombres. Otro dato, que aporta la Fundación Piel sana, asegura que los fumadores de entre 40 y 49 años tendrían unas probabilidades similares de padecer arrugas que las personas con 20 o 30 años más.•Poros más visibles. Otra consecuencia de la mala circulación es el agrandamiento de los poros, lo que puede provocar a su vez, quistes de millium, pequeñas bolitas blanquecinas de 1mm de diámetro.•Menos elasticidad. La falta de irrigación sanguínea también repercute de manera negativa en la elasticidad de la piel, pues provoca que las fibras elásticas que soportan la piel sean menos resistentes. De esta forma, se hacen más visibles los músculos y los huesos faciales.•Más manchas. El tabaco hace más vulnerable a la piel a las agresiones externas,

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