«Estuve cinco años en shock», responde Paco Nogales al preguntarle cómo reaccionó ante ese resultado positivo en VIH. Paquito, como lo conocen sus amigos, recibió su diagnóstico en 1987 (cuando tenía unos 25 años) tras una donación de sangre, algo que hacía frecuentemente. «Piensas que esas cosas pasan en Estados Unidos y aquí no», comenta retrotrayéndose a entonces, cuando el VIH aún era un eco lejano.
A pesar de que no tuvo problema en comunicarle a sus amigos ni parejas ocasionales ser seropositivo, Paquito no consiguió ayuda profesional hasta 1994. Encontró una asociación cercana a su residencia y consiguió atención psicológica de una experta que «literalmente» le «salvó la vida y sin cobrar un duro». «Aprendí muchísimo con ella, primero salí del shock y luego pude reconstruirme como persona y empezar a adquirir habilidades que no tenía siquiera antes de haberme infectado con VIH», relata agradecido.
«No es una pastillita y te olvidas»
«Debido a la terapia TARGA, el VIH se ha transformado en la enfermedad crónica», constata Paco. Sin embargo, Paquito subraya: «Una enfermedad crónica no es tomarse una pastilla y te olvidas».
A raíz de los fármacos para el VIH, Paco desarrolló diabetes entre otras patologías como fibromialgia. «Necesito inyectarme cada noche 36 unidades de una insulina nocturna.