En torno a la salud hay muchos mitos, consejos que se van escuchando de generación en generación y no siempre se ponen en duda, por lo menos así es mientras nos conviene creerlo o se trata de una aseveración inocente, por ejemplo, en España es habitual escuchar que el zumo hay que beberlo rápido porque se le van las vitaminas y en la mayoría de los casos se asume que si es una abuela quien lo dice, lo mejor es aceptarlo y tomarse rápidamente el zumo… antes de que se le vayan las vitaminas.
En general, este tipo de consejos llegan a nosotros de manera sana y sin malas intenciones y suelen tener un poso de verdad que hacen que confiemos en que es la mejor manera de hacer las cosas. Puede que no conozcamos la base científica de estos consejos, pero están ahí por algo. Confiar en esto hace que en ocasiones entendamos cosas que no son o asumamos cosas que no son ciertas del todo, es lo que sucede con la vitamina C y todos los mitos que la rodean: ni previene resfriados ni evita tener la gripe, tal y como aseguran expertos de Harvard. Esto no quiere decir que no cumple una función indispensable para nuestra salud o que tengamos que dejar de comer alimentos que la contengan.