Si has oído hablar del parásito Toxoplasma gondii, probablemente haya sido en una conversación sobre los riesgos de ciertos alimentos y el contacto con gatos para las mujeres embarazadas. Y es que este peculiar microorganismo que habita en la carne cruda y en las heces de los felinos, aunque es dañino para las personas gestantes o inmunocomprometidas, no suele ser motivo de preocupación para el resto de los humanos.

En realidad, el microbio tiene un ciclo de vida bastante misterioso y fascinante. Se estima que hasta un tercio de la población mundial se infecta a lo largo de la vida, y puede permanecer en el sistema nervioso central durante el resto de la vida del huésped sin provocarle ningún problema. Ahora, un grupo de científicos ha querido aprovechar estas características y emplearlo para que libere ciertos fármacos directamente en el cerebro.

Un parásito modificado genéticamente

Como detallan estos autores en la prestigiosa revista Nature Microbiology, la idea surge como una forma de sortear la barrera entre la sangre y el cerebro, que normalmente supone un impedimento para la administración de fármacos al sistema nervioso central de las personas.

Así, lo que hicieron fue aprovechar otra habilidad inusual de T. gondii, la de secretar algunas proteínas,

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