La mastitis es una de las afecciones más frecuentes durante la lactancia materna -afecta a alrededor del 10% de las madres lactantes- y una de las principales causas de su abandono.Suele aparecer en los tres primeros meses de la lactancia y consiste básicamente en la inflamación de uno o varios nódulos de la glándula mamaria, que puede presentarse con o sin infección.Los síntomas son muy molestos y pueden requerir incluso que la madre deba permanecer en la cama para recuperarse completamente. Los más frecuentes son los siguientes:•Inflamación, calor, dolor y enrojecimiento en una zona del pecho, generalmente solo en uno.•Fiebre de más de 38,5 º, acompañada de temblores y debilidad.•Síntomas parecidos a los de una gripe, como dolores articulares, astenia, náuseas…•Irritaciones, grietas o lesiones en el pezón (no en todos los casos)La mastitis se produce principalmente por la obstrucción del conducto mamario, cuando el pecho no se vacía correctamente. La obstrucción hace que la leche regrese y que, en algunos casos se produzca una infección debido a la proliferación de determinados tipos de bacterias. La leche materna está plagada de organismos vivos, principalmente bacterias, destinadas fortalecer el sistema inmune del bebé y ayudarle a compartir infecciones. Si estos elementos activos permanecen más tiempo del debido en las glándulas mamarias, pueden desencadenar una respuesta inflamatoria e incluso un sobrecrecimiento bacteriano que puede producir una infección. El germen más frecuentemente implicado en las mastitis es el estafilococo aureus. Las grietas o heridas en el pezón también pueden favorecer la aparición de estas infecciones.Los factores de riesgo más comunes que favorecen la aparición de obstrucciones, según la Asociación Española de Pediatría y mastitis son:•El vaciado incompleto del pecho por tomar poco frecuentes, programadas o el uso del chupete.•El espaciado de tomas de forma brusca.•Un agarre inadecuado de niño.•La separación de la madre y del niño al nacer, lo que favorecería una mastitis a los pocos días después del parto.•Presión en el pecho por sujetadores o prendas poco adecuadas para la lactancia.•Disminución de las defensas maternas, por ejemplo, por cansancio o falta de sueño.•Algunas variaciones de la anatomía de la mama, como los pezones invertidos.•Presencia de grietas o heridas en el pecho.•Falta de higiene en los utensilios utilizados en la lactancia, como extractores o pezoneras.•Una mala alimentación.Previniendo estos factores de riesgo, podremos prevenir también las mastitis.Ante la sospecha de una obstrucción o mastitis, se deberá acudir al médico o matrona,