En un mundo cada vez más concienciado con el medio ambiente y en medio del movimiento zero waste, que tiene como objetivo reducir al máximo la basura y residuos que generamos, parece lógico buscar alternativa a los productos de higiene que utilizamos durante la menstruación, que producen toneladas de residuos al año que tardan cientos de años en degradarse.
En la última década, la copa menstrual se ha postulado como la alternativa ecológica por excelencia a los tampones. Sin embargo, las opciones para recoger el flujo menstrual de manera externa, aunque son menos populares, también existen, como son las compresas reciclables y las bragas menstruales. Estas últimas, todavía bastante desconocidas, se postulan como una de las alternativas más cómodas y eficaces.
Como su propio nombre indica, las bragas menstruales son unas prendas de ropa interior destinadas a recoger el flujo menstrual durante los días del ciclo. Prometen ser la alternativa para llevar prácticamente todo el día o toda la noche, y aunque depende de la cantidad del flujo y de la marca, en general aseguran que se puede aguantar perfectamente entre 8 y 12 horas con ellas puestas sin manchar la ropa y sin sentirse mojada e incómoda. Cuando no absorban más, solo tenemos que quitárnoslas, lavarlas y guardarlas para otra vez.
Lo primero que se nos viene a la cabeza al pensar en las braguitas menstruales es en el temor de manchar la ropa cuando ya no absorban más. Sin embargo, están diseñadas para que no sea así.
Aunque depende de cada marca, todas ellas disponen de varias capas, normalmente tres, elaboradas con tejidos especiales para absorber a la vez que se evitan fugas. La primera capa, la que está en contacto con la piel, puede ser de algodón o algún tejido drenante para evitar la sensación de humedad. En la segunda capa, se encuentra el tejido absorbente, que promete retener el equivalente a dos tampones, y la capa más externa está compuesta por un tejido impermeable y transpirable a la vez para evitar pérdidas, normalmente poliéster y poliuretano.
Además, incorporan lycra, elastan, etc., para que sean tan confortables y cómodas como cualquier otra braguita, y componentes bactericidas para evitar malos olores. Y todo ello, en menos de dos milímetros de grosor para evitar el ‘efecto pañal’.
Cuando ya no absorben más, es cuando se empieza a notar humedad y,