El uso culinario y terapéutico de la miel se conoce desde hace miles de años, tal y como evidencia su presencia en ciertas pinturas rupestres. China y Portugal son los principales exportadores de este producto, cada vez más demandado internacionalmente. En España, los últimos datos de producción propia están marcados por la sequía acentuada en diversas comunidades autónomas. La conocemos de sobra pero, ¿también los beneficios directos que reporta a la salud?

Existen más de 300 variedades de miel de distintos orígenes florales, por lo que su sabor, color y olor dependerá de las flores y las plantas que las abejas polinizan. Su composición también es variable pero hay denominadores comunes como los carbohidratos (fructosa y glucosa) y isacáridos, y aminoácidos.

Uno de los beneficios terapéuticos quizás más desconocidos de la miel es su poder cicatrizante, pese a que se conoce también desde tiempos remotos. En este sentido, la evidencia científica ha avalado su capacidad antibacteriana y antiinflamatoria para cicatrizar quemaduras de espesor parcial y también heridas infectadas tras una cirugía.

La miel es básicamente azúcar puro, sin grasas y con ciertas trazas de proteínas y fibra. Y aunque contiene nutrientes como las vitaminas (B, C), niacina, ácido fólico, minerales (hierro, zinc) y antioxidantes,

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