Es una de esas especias que de tan presente que está en la cocina apenas se repara en ella. Es barata, abundante, disponible durante todo el año y útil para muchos platos, lo que lleva a que no se considere esta herbácea perenne aromática más allá que su función como condimento. Pero lo cierto es que la ciencia ya ha empezado a constatar beneficios que sorprenderán a muchos.
El orégano que más se consume es el de hoja seca, procedente de la planta Origanum vulgare, una planta vivaz nativa fundamentalmente de la zona mediterránea, lo que explica su abundante cultivo y consumo en España, Grecia o Italia. Sin duda lo asociamos a uno de los ingredientes estrella de la pizza pero también a otras muchas recetas de carnes o legumbres dado su potencial aromático.
El interesante y variado valor nutricional del orégano también es un gran desconocido. Proteínas, minerales (hierro, calcio, potasio, magnesio, zinc, fósforo…), vitamina A y dos compuestos un poco más peculiares y extraños que explican algunas de las enfermedades que puede combatir: el timol y el carvacrol.
El timol es un monoterpeno que se halla como compuesto principal de varios aceites esenciales, entre ellos el orégano y el tomillo. En el caso del primero,