Cuando las temperaturas bajan bruscamente e incluso hay que hablar de grados negativos, las personas que prefieren hacer ejercicio al aire libre pueden tener dudas sobre seguir con su rutina por el impacto térmico. Lo cierto es que lo mejor es no abandonar el ejercicio porque además el frío hace que los músculos se vuelvan más rígidos e incluso duelan. No son sensaciones, es una evidencia científica que explican desde Harvard.

No hay que abandonar por tanto la actividad física porque los músculos acusan las bajas temperaturas, necesitan aún si caben más atención. La regularidad les ayudará a no perder la forma. La explicación científica de que esto se produzca es simplemente que la temperatura central del cuerpo desciende y los músculos «reciben menos flujo sanguíneo, menos oxígeno, y no funcionan tan bien«, indica Sarah Eby, especialista en Medicina Deportiva del Hospital General de Massachusetts – Harvard.

Las bajas temperaturas no solo afectan al tejido muscular, también a los nervios que se encuentran conectados a este, con lo que los cambios ambientales nos ponen en riesgo de más lesiones de músculos y tendones. Las personas que están más expuestas serán las sedentarias ya que el frío añade un factor extra a músculos que normalmente están débiles.

Dos tipos de ejercicio

La especialista de Harvard explica que hay dos tipos de estiramiento a tener en cuenta: los dinámicos y los estáticos.

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