La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y en España afecta a casi un millón de personas. Pese a este impacto en la población, que a nivel mundial se traduce en diez millones de nuevos casos anuales según la Organización Mundial de la Salud (OMS), su origen sigue siendo un enigma para la comunidad científica. Un estudio reciente ha intentando descifrarlo midiendo la actividad cerebral, la frecuencia cardíaca y los patrones respiratorios.
Aunque la edad es el principal factor de riesgo no modificable para sufrir esta enfermedad, lo cierto es que los diagnósticos en personas menores de 65 años ya no son casos extraordinarios. La detección temprana es fundamental si tenemos en cuenta que solo el 1 por ciento de los casos es atribuible a la genética, tal y como explican desde la Fundación Pasqual Maragall. Los primeros síntomas están centrando buena parte de la investigación en los últimos años: pueden ser tan sutiles que es importante conocer cómo pueden manifestarse.
Un nuevo parámetro para la investigación
Un equipo de investigación de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) acaba de publicar un estudio centrado precisamente en esos signos tempranos de la enfermedad analizando marcadores novedosos como son los patrones respiratorios. Se trata de un ensayo en el que han participado 19 pacientes y un grupo de control de 20 personas sanas,