A Jorge Washington Pavón se le llegaban a hinchar tanto las piernas que su peso aumentaba entre diez y doce kilos. La primera vez que le ocurrió, hace unos tres años, estaba trabajando y se asustó tanto que acudió de inmediato a urgencias. Allí comenzó un proceso que el pasado mes de enero derivó en un trasplante. Pero no fue un trasplante al uso: ha sido el primer receptor en España de un corazón procedente de un fallecido por parada cardiorrespiratoria.
Sentado en el sillón que hay junto a la cama en su habitación del madrileño Hospital Puerta de Hierro Majadahonda, este hombre de 60 años afirma encontrarse «fenomenal, teniendo en cuenta la operación tan delicada» a la que se ha sometido. «Siento orgullo, satisfacción. Estoy contento de haber podido ayudar de alguna manera a que haya tenido lugar un hecho pionero en España y de contribuir a que otra gente se pueda beneficiar de este tipo de trasplante. Les animo a que no tengan miedo», responde cuando se le pregunta cómo se siente al saber que en su interior late ahora un corazón que había dejado de hacerlo y que fue reanimado antes de la extracción.
«La intervención del receptor duró unas cuatro o cinco horas. Si incluimos el proceso de extracción serían una par de horas más», explica de pie junto al paciente el doctor Javier Segovia, jefe del servicio de Cardiología del centro. La operación ha sido un hito para la medicina española por partida doble. Por un lado, España se ha convertido en el quinto país en realizar un trasplante cardiaco de un donante en asistolia, después de Australia, Bélgica, Reino Unido y Estados Unidos. Por otro, el órgano fue recuperado gracias a una máquina de circulación extracorpórea (ECMO) antes de ser explantado del cuerpo del fallecido, algo que antes solo se había hecho en otras cuatro ocasiones a nivel mundial.
«Cuando te dicen que te tienen que hacer un trasplante de corazón te asustas. Pero tenía una confianza infinita en los médicos. Desde el comienzo me han tratado muy bien. Casi me atrevo a decir que se ha creado una relación de amistad. Así que cuando me explicaron que además iban a hacerlo con una técnica distinta, seguí estando convencido de que todo iba a salir bien», relata este ecuatoriano, vecino de Madrid desde hace dos décadas.