Nuestro cerebro es capaz de recordar con absoluta claridad qué comida nos ha provocado una intoxicación alimentaria, y la desagradable sensación que puede llevar acompañada de malestar estomacal y/o vómitos. A pesar de que la reacción causa-efecto no es inmediata, hay una parte de nuestro cerebro que retiene esa sensación, y provoca un rechazo posterior hacia ese alimento.
Esta afirmación, que ya era conocida por una gran parte de los ciudadanos, tiene ahora una base científica a raíz de un estudio llevado a cabo por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Princeton (Estados Unidos). Publicada en la revista Nature, esta investigación revela que existe un ‘centro de memoria’ en el cerebro donde se alojan ese tipo de recuerdos sobre aversión alimentaria.
Cuando hemos sufrido intoxicación, nuestro cuerpo rechaza el alimento
Después de padecer una intoxicación alimentaria por haber ingerido determinado alimento en mal estado, lo ‘natural’ es que nuestro cuerpo, cuando vuelve a enfrentarse a él, lo rechace. Los científicos saben que esto sucede, pero hasta ahora no tenían claro por qué ni dónde sucedía esta aversión.
Esta relación causa-efecto sucede porque el cerebro tiene la capacidad de identificar y guardar el recuerdo de ese alimento que ha causado el daño (en este caso la intoxicación).