A estas alturas, todos deberíamos haber escuchado la principal recomendación para evitar el sedentarismo: tratar de asegurarse de andar como mínimo 10.000 pasos al día. Se trata de un gran hábito cuyos beneficios están más que documentados.

No obstante, quizás existen aspectos más importantes en los que fijarse. Y es que el mayor estudio hasta la fecha sobre esta cuestión ha concluido que un ritmo de paso más rápido resulta más determinante que la cuenta de pasos en los efectos positivos que andar tiene para nuestra salud.

Beneficios apreciables con menos pasos

Tal y como publican estos autores, adscritos a la Universidad de Sydney (Australia) y la Universidad del Sur de Dinamarca, en el medio académico JAMA Internal Medicine, efectivamente caminar 10.000 pasos reduce el riesgo de padecer demencia, enfermedades cardíacas y cáncer, así como de morir prematuramente. No sólo eso, sino que estos beneficios comienzan a ser apreciables con conteos incluso más bajos.

Tan sólo 3.800 pasos, según el estudio, ya se asociarían con un 25% menos de probabilidades de padecer demencia. Por encima de eso, cada 2.000 pasos adicionales reducen aún más ese riesgo, entre un 8 y un 11%. Los efectos sobre el riesgo de padecer cáncer o enfermedades cardiovasculares, así como sobre el riesgo de fallecer prematuramente,

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