Si la historia de Ariadna y Jessica te ha hecho pensar y tú también quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo

ACTÚA

En casi todas las fotos del Instagram de Save the Mama se ven dientes. El perfil solo comparte sonrisas, mucho diseño y buen rollo. No hay hueco para el morbo, la compasión o el sufrimiento porque es un espacio de cobijo, apoyo y desconexión para que la comunidad de familiares y enfermas de cáncer de mama encuentren un lugar donde relajar miedos y sentirse arropadas. Y parece que funciona, ya son más de 11.000 seguidores.

El leitmotiv de la cuenta es la síntesis gráfica de una poderosa cicatriz, un pecho cosido que se dibuja en decenas de tazas, bolsas o camisetas de todas las tallas y colores y que anuncia un mensaje muy poderoso lejos del postureo y del lacito rosa. El símbolo es la huella que deja una enfermedad brutal que acaba con el 20% de mujeres que la padecen, que destruye las curvas que te identifican después de haber pasado un mar de miedos e incertidumbres, que deja suturas para siempre en cuerpo y alma y que te separa del maldito estereotipo del encanto social. Pero, sobre todo, es esa marca que pone en valor la lucha por reforzar la identidad del otro 80% de mujeres que sobreviven. Mujeres que trabajan por la desacralización del pecho, por reconstruir su salud y su autoestima, por enderezar el rumbo de sus vidas y, sobre todo, mujeres que hacen todo eso y más por otras mujeres.

Ariadna Sempere (22 años) y Jessica Orera (28) son primas y responsables de este bonito proyecto familiar que escucha, viste y acompaña. No son una ONG, no son una fundación, ni un gabinete psicológico, ni manejan cifras de escándalo; simplemente aportan la experiencia de una tragedia personal para tejer una comunidad que pueda ayudarse a sí misma y a otras mujeres.

La gran familia

La historia empezó cuando Ariadna tenía tan solo 15 años,

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