Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el número de hijos por mujer en España es de 1,34. Una tendencia que continúa a la baja año tras año. Las parejas con un solo vástago representan en la actualidad el 30% mientras que las que optan por tener tres hijos es solo del 4%. Sin embargo, los hijos únicos siguen arrastrando consigo numerosos sanbenitos que no se sacan de encima a pesar de que las familias ‘monohijo’ ya son mayoría.

Solitarios, introvertidos, egoístas, sobreprotegidos, caprichosos, con dificultades para socializar, malcriados… ¿Qué hay de cierto en todo ello y con qué evidencias científicas contamos para corroborarlo? Muchos son los estudios que ponen en jaque la mayoría de estos prejuicios, que corroboran que crecer con o sin hermanos no es mejor ni peor y liberan de sus estigmas a los hijos únicos y a los progenitores que deciden tener un solo descendiente.

La psicóloga americana Susan Newman, especialista en el tema y autora del libro Educar a un hijo único, lo dejó claro en uno de sus textos: «En los últimos 30 años muchos estudios refutan la idea de que es mejor o incluso necesario que los niños tengan hermanos y hermanas. Los hermanos no son automáticamente útiles, no son la panacea para los problemas de comportamiento ni necesariamente brindan un trampolín para el crecimiento emocional y social.

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