Un grupo de investigadores de Stanford Medicine, en Estados Unidos, ha logrado encontrar un «vínculo directo» entre el consumo de fibra y una serie de funciones genéticas relacionadas con la prevención del cáncer, lo que resalta aún más la importancia de añadir a la dieta alimentos ricos en fibra como las habichuelas, las nueces, las verduras crucíferas o los aguacates.
«Encontramos un vínculo directo entre el consumo de fibra y la modulación de la función genética que tiene efectos anticancerígenos, y creemos que es probable que se trate de un mecanismo global porque los ácidos grasos de cadena corta que resultan de la digestión de la fibra pueden viajar por todo el cuerpo», ha afirmado el profesor de Genética en Stanford Medicine Michael Snyder.
Tras ello, ha recordado que generalmente «la dieta de las personas es muy pobre en fibra», lo que se traduce en que su microbioma no se alimenta adecuadamente, por lo que «no puede producir tantos ácidos grasos de cadena corta como debería», lo que «no hace ningún favor» a la salud de la gente.
La investigación, publicada en la revista Nature Metabolism, ha logrado identificar los efectos epigenéticos directos de dos subproductos comunes de la digestión de la fibra, como lo son el propionato y el butirato (ácidos grasos de cadena corta),