Charles Dickens escribió que “nunca hemos de avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son la lluvia que limpia el cegador polvo de la tierra que recubre nuestros corazones endurecidos”. De hecho, los expertos aseguran que no conviene reprimirlas ya que se trata de la expresión tangible de muchas emociones como pueden ser la tristeza, la impotencia, la rabia o la felicidad.
Diversos estudios han intentado demostrar que la sustancia que contienen las lágrimas libera parte del estrés que llevamos en nuestro organismo por lo que tendrían, en parte, un efecto liberador y aliviador. Llorar, por tanto, constituye una forma eficaz de gestionar las emociones y tratar de contenerlas. por su parte, podría causar una acumulación de tensión a nivel psíquico que tarde o temprano puede volver a hacer acto de presencia incluso con mayor fuerza.
Pero, ¿qué ocurre cuando a pesar de sentirnos tristes no somos capaces de llorar? Los especialistas aseguran que cuando esto sucede no se debe a que la persona sea fría o insensible sino a un bloqueo psicológico que puede esconder detrás un complejo trasfondo emocional. La dificultad para gestionar las propias emociones puede conducir a este bloqueo mental y a la imposibilidad para expresar y exteriorizar lo que uno siente.
¿A qué factores puede deberse este bloqueo emocional? Los psicólogos hablan de cuatro causas principales:
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