El 48% de los españoles practica ejercicio de manera regular, según el Centro de Investigaciones Sociológicas. Para muchos de ellos, la actividad física es una forma de mejorar su estado de salud; no obstante, pocas veces tenemos en cuenta que diversas formas de entrenamiento tienen efectos variados en diferentes partes de nuestro cuerpo, y que no vamos a necesitar la misma rutina para por ejemplo ganar masa muscular o para específicamente proteger nuestro cerebro.

Toda forma de ejercicio habitual es saludable, y contribuye de diferentes maneras en beneficios como un incremento de la fuerza muscular, una mejor salud cardiovascular o un menor nivel de azúcar en sangre. Pero también parece que actividades como correr en la cinta estática, montar en bicicleta, levantar pesas o simplemente pasear vigorosamente pueden tener efectos positivos sobre nuestros niveles de estrés, nuestro estado anímico o incluso nuestra función cognitiva.

De qué modo ayuda el ejercicio a nuestro cerebro

Por ejemplo, tenemos evidencias de que el ejercicio mejora la plasticidad sináptica y el flujo de sangre en el cerebro, al tiempo que reduce los niveles de inflamación y aumenta la expresión de factores neurotróficos (una familia de proteínas que favorece la supervivencia neuronal), como recoge un artículo publicado en el año 2015 en la revista especializada Archives of Medical Science.

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