David es un chico de 19 años que acaba de comenzar sus estudios universitarios y está muy ilusionado por cumplir sus metas. Pero un día de mayo empezó a experimentar fiebre, fatiga y dolor abdominal. Al principio no le dio mucha importancia; “ya se me pasará”, se decía.
Las semanas fueron pasando y los síntomas empeoraban. El hecho de encontrar sangre en sus heces le causó mucho miedo. Tras varios análisis y una colonoscopia, el médico le diagnosticó la enfermedad de Crohn.
Hasta ese momento, David había vivido una vida normal, pero nunca le dio importancia a seguir una dieta variada y equilibrada. Además, tiempo antes de empezar con los problemas digestivos había experimentado varios cuadros de ansiedad y diarrea.
Enfermedad de Crohn: más común en países occidentales
La enfermedad de Crohn pertenece, junto con la colitis ulcerosa, a un grupo de patologías que se conocen como enfermedades inflamatorias intestinales. Estas dolencias son diagnosticadas habitualmente en edades tempranas y sus síntomas incluyen fiebre, dolor abdominal y diarrea, con o sin presencia de sangre.
Las enfermedades inflamatorias intestinales son más comunes en países occidentales. En Europa, las padecen 725 personas por cada 100 000 habitantes, aunque el número de casos aumenta cada año en todo el mundo.