Los frutos secos suelen ser parte imprescindible en las dietas cardiosaludables por su efecto protector en diversas funciones importantes del organismo. En concreto, de los pistachos son conocidos sus beneficios antioxidantes y cardioprotectores. Sin embargo, no todas las personas deben incorporarlos a su dieta. Más allá del caso obvio de las alergias, hay ciertas condiciones físicas ante las que su consumo es contraproducente. Veamos cuáles.
El cultivo del pistacho, que originariamente procede de regiones de Asia occidental como Irán, Siria, Turquía o Afganistán, ha crecido exponencialmente en España en los últimos años, concentrándose especialmente en Castilla-La Mancha: aglutina el 80 por ciento de la producción nacional. Su pequeño árbol, del género Pistacia, que no suele medir más de siete metros de altura, tarda entre cinco y siete años en dar fruto de forma considerable.
Diversos estudios científicos se han centrado en el pistacho en los últimos años. La presencia de polifenoles, los grandes aliados antioxidantes, le sitúa como uno de los alimentos más recomendables para regular el estrés oxidativo ya que ayuda a las proteínas esenciales a mantener un correcto funcionamiento. Pero esta es tan solo una de sus propiedades.
También se ha probado su protección con respecto a la salud intestinal, ya que es uno de los frutos secos con mayor cantidad de fibra.