La onicofagia, el hábito de morderse o comerse las uñas, es un trastorno compulsivo que afecta a muchas personas en España, especialmente durante la niñez y la adolescencia. Más allá de un simple «tic» o manía, este comportamiento puede desencadenarse ante situaciones de estrés, ansiedad o nerviosismo, convirtiéndose en una válvula de escape emocional con consecuencias tanto psicológicas como físicas.
Según explican los expertos de De Salud Psicólogos, la onicofagia puede derivar en lesiones en dedos y manos, como deformaciones en la cutícula, infecciones bacterianas o de hongos, fracturas y desgaste dental, problemas mandibulares e incluso deformaciones en los propios dedos. Pero, ¿qué hay detrás de este trastorno? Los especialistas señalan que suele ser una respuesta ante dificultades, traumas pasados, problemas personales, insatisfacción o miedos.
Asimismo, morderse las uñas compulsivamente puede ser un reflejo de otros problemas emocionales, como baja autoestima, inseguridades, frustración o timidez, así como una reacción ante cambios o presiones en el ámbito laboral, familiar o académico. Sin embargo, esta acción puede tener en muchos un efecto calmante y servir de válvula de escape ante una situación angustiosa.
¿Cómo dejar de morderse las uñas?
Para hacer frente a la onicofagia, los expertos recomiendan empezar por identificar los momentos y situaciones que desencadenan este comportamiento.