La hora de la cena puede tener un impacto significativo en nuestra salud y longevidad. Los horarios de las comidas, en particular por la noche, influyen en el metabolismo, el sueño y, en última instancia, en la esperanza de vida. Tradicionalmente, en países como España, las cenas suelen ser tardías, pero ¿es esto lo más saludable?
Según un estudio realizado por Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, y recogido por la revista GQ, el momento en el que cenamos afecta de forma directa a los ritmos circadianos del cuerpo. Estos ritmos, que operan en ciclos de alrededor de 24 horas, regulan funciones como el sueño, la digestión y la liberación de hormonas.
Longo y su equipo concluyen que lo ideal es cenar al menos tres horas antes de acostarse para evitar interferencias con estos ritmos. Por ejemplo, si alguien se acuesta a medianoche, la cena debería terminar a las 21:00 horas como muy tarde. Este hábito ayuda a sincronizar los procesos metabólicos con el ritmo biológico natural, lo que puede favorecer un mejor descanso y la quema más eficiente de calorías.
El artículo también resalta que Longo ha observado patrones comunes entre las personas centenarias: muchas de ellas cenan temprano y mantienen un ayuno nocturno de 12 horas.