Yorobo acaba de terminar sus estudios de bachillerato. Con 16 años dejó a su familia, y su sencilla vida en el pequeño pueblo de Taneka Koko, al noroeste de Benín, y se trasladó a la ciudad de Cotonú para estudiar en casa de su tía. Sueña con cursar medicina y algún día trabajar en el hospital. Aunque el camino no es fácil, compensa las dificultades económicas con empeño y una fe ciega en su capacidad de seguir adelante. Su día a día en la gran ciudad ocupa toda su energía. A menudo, atiende el pequeño puesto de su tía en el mercado, con el que saca adelante a la familia, cuida de sus primos más pequeños, asiste a la escuela y estudia robándole horas de sueño a la noche.

Pero los próximos meses serán distintos, al fin ha llegado el momento para el que lleva preparándose toda su vida. Sus profundas raíces culturales le apremian a someterse al ritual de iniciación del pueblo Yom, al que pertenece, junto a otros jóvenes de su grupo de edad. Las tradiciones, profundamente arraigadas en Yorobo hace que no dude un instante en dejar sus estudios y su vida en la ciudad durante un tiempo, para demostrar a su familia y a él mismo que es digno de pertenecer a su clan.

Taneka Koko es la sede de la monarquía taneka, que aunque en la actualidad abraza la religión musulmana, sigue manteniendo vivos los ritos y tradiciones de sus antepasados. Yorobo junto a sus compañeros Ehuzu, su hermano gemelo Batamkuata, y Yemlé se someterán en los próximos días a una de las ceremonias más impactantes del África negra y sin duda no apta para todos los públicos. Si superan esta última prueba con coraje, su estatus dentro del poblado aumentará y serán considerados como verdaderos hombres a los que se tendrá en cuenta en las decisiones que su pueblo tenga que tomar en el futuro.

Yorobo durante la danza ritual de iniciación.Yorobo durante la danza ritual de iniciación. Una banda de dos

La ceremonia comienza,

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