Nunca es demasiado tarde para abandonar un hábito tóxico, más aún cuando esta decisión puede suponer un punto de inflexión importante para la salud. En España es probable que un porcentaje nada desdeñable de la población de 50 o más años sea fumadora. Personas que se iniciaron en el hábito cuando eran jóvenes y que, pese a que quizás lo han intentado, no han conseguido dejar la nicotina. Veamos qué órganos y funciones del organismo se verían especialmente beneficiadas.
El umbral de los 50 años no es trivial si nos detenemos ante las circunstancias del organismo: se producen cambios metabólicos que aumentan la vulnerabilidad al colesterol alto y la salud cardiovascular entra peligrosamente en riesgo (si no dio síntomas con anterioridad) como consecuencia de hábitos tóxicos tales como la nicotina, el sedentarismo o una dieta no saludable.
Las voces expertas aseguran que abandonar el hábito, aunque sea en la mediana edad, puede frenar el daño acumulado y además activar mecanismos de reparación cardiovascular.
La relación entre el tabaco y el colesterol
El humo del cigarrillo contiene más de 7.000 sustancias químicas, muchas de las cuales alteran el perfil lipídico. Estudios de la Sociedad Española de Cardiología confirman que el tabaquismo reduce el colesterol HDL y eleva el LDL (perjudicial),