El Hospital Niño Jesús de Madrid, en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desarrollado un nuevo exoesqueleto para niños con parálisis cerebral que les ayuda a caminar más erguidos y tener mayor fluidez de movimiento.

Su gran novedad es un casco que detecta la actividad eléctrica del cerebro cuando se quiere andar y activa los motores del robot en consecuencia. Por el momento, se ha probado en algunos niños en el centro madrileño, y ahora se pretende evaluarlo en otros 120 para recoger más datos y demostrar su eficacia científica.

El dispositivo, de unos 60 kilogramos de peso y que alcanza una velocidad de 0,6 metros por segundo (la habitual al andar), es una herramienta de rehabilitación y no un exoesqueleto permanente, por lo que está pensado para ser utilizado durante unas 16 sesiones de una hora, más algunas otras de mantenimiento y fisioterapia intensiva de tres a cuatro semanas. Tras este proceso, se consigue educar la postura y la coordinación de las distintas partes del cuerpo, de forma que los niños puedan

Durante su uso continuo, en una primera etapa el robot fuerza al paciente a tener una postura determinada, gracias a sus motores en la cadera y las rodillas, ayudando a que el cerebro la asimile paulatinamente como la correcta. Así, el robot, denominado CP-Walker 2.0, permite controlar todas las articulaciones a la vez y promover que el niño controle su tronco. Una vez se avanza, son los propios músculos los que siguen esos patrones aprendidos.

Su principal innovación con respecto a otros exoesqueletos es que es el propio paciente el que da la orden de movimiento a través del casco conectado a la corteza motora del cerebro. Cuando el niño piensa que quiere moverse y se concentra en realizar esta acción, los electrodos del casco, similar a un gorro de piscina, mide la actividad eléctrica cerebral y detecta la frecuencia de movimiento.

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